viernes, 13 de diciembre de 2013

De cuando eramos niños

Eramos niños, y como ahora eramos curiosos de todas la cosas, nos encantaba, encender pólvora, nos encantaba salir al monte a conocer, no irnos muy lejos para no perdernos, como ahora, eramos un fantástico dúo, mi amigo era más joven, un año menos una semana más joven, solía llamarlo cuando cumplía años y decirle viejo, porque por una semana teníamos la misma edad y era muy simpático sentirme tan joven como él.

El era más atrevido con las chicas, yo simplemente me quedaba aterrado ante la belleza, como ahora, así íbamos creciendo, jugando al fútbol, peleando, tirando piedras, armando pandillas, y contándonos las películas que nos veíamos, la narrativa que lo "profes" de español admiraban no era más que el entrenamiento temprano de una imaginación de niño y el contarnos películas cada día, yo siempre me extasiaba hasta el cansancio cuando me contaba las pelis, luego este éxtasis pasaría a ser el éxtasis de una de las mujeres más espectaculares que se haya cruzado por mi vida, porque era mi forma de atraerías, contándoles un cuento, usando mi narrativa, mi forma de volverme intimo, todos tenemos algo con lo cual atraer, unos pintan, otros cantan, otros traen al nido cosas de colores... yo simplemente he querido contar el mejor cuento de todos cuando me siento inspirado, pero ese será otro cuento. Ahora estoy con mi amigo y como dice la canción vale más cualquier amigo... y vale más este porque éste lo quise con todo mi corazón.

Yo contaba historias descabelladas, de extraterrestres, de cosas locas, que eran muy inocentes, mi amigo se sentaba a mi lado en las escalas que hasta ahora sigan siendo de cemento, y yo sentía como ahora que contar algo es una emoción extraña, pero que me gusta. Aprendimos a jugar ajedrez con mis reglas, que me permitían ganar siempre, y como ahora, tenia la sed de ganar a flor de piel.

Mi amigo tenia el cabello negro brillante, una cara redonda, yo tenia unas orejas gigantes así que desde mi infancia me decían orejón, me dí cuenta que después de un rato ya no te molesta que te digan orejón, pero a él siempre le molestó que le dijera enano.

Pero un día creció, y ya no le pude decir nunca más enano.

El mundo gira y ha girado tanto, que ahora sólo estoy yo, y no quiero dejar de jugar nunca, la vida puede ser más corta de lo que parece y con su partida llega una verdad irrefutable, no vivimos para siempre, así que vive cuanto puedas y haz lo que quieras siguiendo siempre a tu corazón.

No dejes de jugar y de soñar...


No hay comentarios: