martes, 18 de junio de 2013

Soccer


Recuerdo cuando empecé a jugar futbol en serio, tenia como 12 años, siempre me había llamado la atención, jugaba de vez en cuando y en la escuela cometía errores atroces cuando jugaba, cuando empecé en serio, pensé que a los trece años se era muy viejo para volverse profesional, y para ese entonces a falta de consejeros mi conciencia era mi compañía y consejera, nada de eso ha cambiado aún es mi compañía, pero con el paso del tiempo esa compañía pasa a ser más sabia, esa es una de las cualidades de la conciencia, crece en sentido de la correcta percepción de la vida.

Así que a la edad de 12 años había decidido que era muy tarde embarcarse para ser profesional de futbol, empecé a ser un jugador callejero, a vivir la experiencia y disfrutarla, tuve equipos, pero siempre he logrado apenas el segundo con mis equipos, en el torneo de la universidad, cuando en la final el mejor del equipo botó el último penalti, y cuando por el torneo para ganar el marrano de la cuadra los defensas no lemetieron todas las ganas, quedé sentenciado al segundo lugar en el futbol callejero. Sin embargo recuerdo que Oscar (El mejor del equipo) hizo  goles de de todos los tipos de chalaca de media volea, de cabeza, etc, etc, Y qué Andres uno de los mejores defensas que he conocido detenía a los jugadores más grandes de los otros equipos, los goles que metia de punta desde la otra portería y cada pedazo de magia que ha tenido el futbol para mí, me hacen sentir siempre como un ganador, por eso siempre me quedó con el buen recuerdo.

Me queda el recuerdo de mi primera admiradora, la más bonita pelinegra de por la casa, le encantaba verme  jugar, cada detalle en este aspecto ha sido una bonita experiencia. Así haya fallado o me haya arrugado cuando tocó jugar contra los mejores de bello, y es que me había casado con el microfútbol, con el futsa, cuando hubo que jugar contra los mejores equipos de bello, potencia del micro suramericana para ese entonces, fallé, y no me siento mal por eso, he reconocido el error y he aprendido, cuando estás en la cancha, no importa más que ese disfrute, el goce de poder darlo todo, de que el universo se reduzca a unas cuantas personas, un balón, unas metas claras y las estrategias que pasan por la mente como rayos inspiradores, las ideas aplicadas.

Hoy después de un partido tranquilo, me siento a contemplar las experiencias pasadas, me doy cuenta que me equivoqué, qué en mi alma habita una pasión por este maravilloso deporte, que me hubiera llevado a hacer cosas magníficas, pero estoy feliz de tenerlo aún, ya que une amigos, me hace olvidar penas de amores y es mi mejor remedio para la gripe.

Tavo.

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