martes, 4 de junio de 2013

El almuerzo



Acaecía la tarde uno de esos días en que no cubres la soledad natural innata de hombre con la compañía de nadie y los pensamientos no ayudaban mucho.

Hacia hambre. Cada cosa seguía dispuesta igual a como se había dejado el día anterior, la guarda de seguridad usaba el mismo color y seguia siendo manoseada visualmente por los tranceuntes, las escaleras seguían subiendo automáticamente a la misma velocidad y las heladeras seguían con el mismo trabajo de servir bolitas y ver pasar el tiempo, que lo significa todo.

Peleando conmigo mismo, con hambre, subía por las escalas sin afanarme, todavía hay tiempo, a lo menos eso creo. El sol se filtraba por las ventanas del techo y del costado, era todo luminoso excepto mi alma opacada por mis peores sentimientos, había decidido previamente el filete de pollo de casi una libra y jugo, el vicio de la gaseosa lo dejé a temprana edad cuando ya había bebido miles de gaseosas del negocio de mi padre y ya no había mejores sabores que la piña y la uva o naranjada, la Coca - Cola simplemente no fue lo mio y tal vez no lo será, aunque todavía le puedo dar la oportunidad para desatascar una tuerca en el futuro.

Me senté, solo, con sueños de llenar ese espacio vació que se abre aveces en el corazón de las almas solitarias. Empece la dinámica del estudio del lenguaje corporal, así fuí evaluando, lentamente cada uno de las mesas, dos amigos en aquella, lenguaje abierto, mujer y hombre en esa otra lenguaje semi distante, en ocasiones la gente está junta, pero realmente no están ahí es extraño como desperdiciamos los momentos...

A 5 mesas una morena de falda gris y cabello rojo en puntas. Desde mi angulo se veían unas hermosas piernas, y un bello cuerpo, todo solapado por unas gafas oscuras y una canción de rock Japones que ella escuchaba.

Se me ocurrió que tal vez, podríamos compartir mesa, sentí que deseaba intentarlo, sentí ese miedo que precede al intento, y me dije "siempre pierde más quien no lo intenta", armado de valor me acerqué y le hice señas de que quería hablarle, se destapó un oído:

- ¿Compartimos mesa, estás sola cómo lo estoy yo?

* Sí, está bien - Mientras esbozó una hermosa sonrisa.

Y descubrí en ella, una amante de las motos, del anime, de los vídeo juegos, del estudio y de la mayoría de las cosas que me encantan de la vida, y almorcé en muy buena compañía...


Tavo.

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